lunes, 17 de septiembre de 2012

Gamusinos en el Calderón

De pequeños, todos los niños quieren ser delanteros. Eso es así. Lo que pasa es que el gol se lleva en la sangre, no todo el mundo lo tiene y el tiempo pone a cada uno en su sitio; que si uno interior derecho, el otro centrocampista defensivo, portero incluso el más larguirucho, y, cuando no saben ya dónde ponerte, te colocan (santígüense) en el centro de la zaga. En ese momento, amigo mío, acabas de firmar tu sentencia de muerte. 
Porque el delantero se lleva las alabanzas, mientras que el defensa es merecedor de todas las críticas habidas y por haber, aunque, como en el caso de hoy, la culpa de los goles encajados la tengan los gamusinos. Sí, sí, han leído bien, gamusinos. Los gamusinos han sido los culpables de que hayamos visto siete goles en la noche de hoy en el Calderón. ¿Cómo explican si no que cinco de los siete goles hayan sido del mismo modo? Vale que el hombre es el único ser que tropieza con la misma piedra dos veces, ¿pero cinco? Que no, hombre, que no, que es cosa de los gamusinos. ¿Qué ha sido si no lo que ha provocado que Godín despejase de aquella manera en el último gol del partido? Claaaaro, lo van cogiendo, la chepa de un gamusino...
El partido no fue tan maravilloso como los anteriores, con muchas imprecisiones en ataque de los de Simeone, que conociendo el estado de gracia de Falcao le enviaban sandías para que éste las convirtiese en manzanas golden, pero hoy no era el día del colombiano. El que sí estaba activo era Diego Costa, sorpresa, relativa, en el once inicial, pues conocía de los defectos  rayistas, cosa que aprovechó a la perfección.
El brasileño fue el primero que probó a Dani con un potente pero centrado disparo desde la frontal que el meta visitante sacó con dificultad para, un par de minutos después, internarse en el área y, con un poco de fortuna, servir a Mario para que subiese el primero al luminoso.
Aunque fue realmente Arda Turán la comidilla del primer tiempo, no ya por su juego, ni por la vaselina que casi pone el segundo antes del descanso, sino por el extraño alisado japonés que se hizo en el pelo, rompiendo con su sello personal (¡éste no es mi Arda, me lo han cambiao!).
Tras el descanso, el Rayo se pegó un tiro en el pie al encajar tres goles (dos calcados al de Mario y el último de penalti) en los primeros quince minutos, bajo la firma de Koke, Arda y Falcao. Fue entonces cuando el Cholo dio el encuentro por zanjado, dando descanso a Costa, Arda y Mario pensando en el partido del jueves ante el Hapoel.
Pero el Cholo, y el resto de mortales, se equivocaban, pues Delibasic se aprovechó de los servicios del Chori Domínguez y Lass para marcar un doblete en cinco minutos mientras que Baptistão anotaba su segundo gol en su segundo partido en Primera, llevando la locura a la grada a falta de seis minutos para el final. Aunque por suerte para los locales, el marcador no se movería ya.
Lo dicho, la culpa fue del gamusino...

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